Lucretia Mott es uno de los nombres propios de la historia del feminismo en los Estados Unidos. Como muchas otras feministas en Norte América, Lucretia inició sus reivindicaciones sociales en la lucha contra la esclavitud. Su ímpetu y fuerza de voluntad pudieron con una salud frágil. Ministra cuáquera, Lucretia gritó al mundo que someter a seres humanos era una aberración. Cuando ella y todos los abolicionistas celebraron el fin del esclavismo en 1865, Lucretia se centró en otra gran reivindicación social, la de la igualdad entre hombres y mujeres.
Lucretia Coffin nació el 3 de enero de 1793 en Nantucket, Massachusetts. Segunda hija de Anna Folger y Thomas Coffin, Lucretia creció en una comunidad cuáquera en la que se defendía la igualdad entre todos los seres humanos. Cuando tenía trece años inició su educación formal en una escuela de Dutchess County, donde se graduó y permaneció como profesora. Ya entonces sufrió en sus propias carnes la injusticia laboral que suponía cobrar mucho menos que sus compañeros maestros por el simple hecho de ser mujer.
En la escuela donde trabajaba como maestra, Lucretia conoció al que sería su marido, un profesor llamado James Mott. La pareja se casó el 10 de abril de 1812 y llegó a tener seis hijos. La familia Mott se trasladó años después a Filadelfia donde Lucretia se convirtió en ministra cuáquera. Los cuáqueros eran abiertamente antiesclavistas por lo que, además de denunciar la utilización de esclavos en las plantaciones, Lucretia se negaba a comprar productos que habían sido fabricados con mano de obra esclava.
Con el apoyo de su marido, los Mott fundaron la Sociedad Antiesclavista Americana. A pesar de las buenas intenciones de Lucretia, el papel de las mujeres como activistas políticas no estaba bien visto en aquella época por lo que los hombres de la Sociedad Antiesclavista rechazan su intensa participación en la organización. Lejos de rendirse, Lucrettia decidió crear la Sociedad Antiesclavista Femenina de Filadelfia. Su hogar se convirtió en centro de debate sobre la igualdad entre hombres y mujeres de cualquier raza y ayudó a muchos esclavos a huir por el conocido como “Ferrocarril subterráneo”.
Entre 1837 y 1839, Lucretia Mott participó activamente en las tres convenciones antiesclavistas de mujeres americanas y tres años después viajó a Londres para asistir al Congreso Mundial Abolicionista. Solamente seis mujeres se presentaron para formar parte del debate pero fueron vetadas. Como medida de consolación, se les permitió asistir como oyentes y se les asignó un lugar al fondo de la gran sala donde se iba a debatir sobre la esclavitud. A pesar de que algunos hombres se unieron a las mujeres para denunciar la injusta decisión, el congreso se desarrolló relegando a las seis asistentes.
De vuelta a los Estados Unidos, lejos de rendirse, Lucretia Mott continuó con su lucha contra la esclavitud haciendo boicot a los productos de las plantaciones a las que acudía para enfrentarse cara a cara con los terratenientes que poseían esclavos. Sus discursos, llenos de intensidad, atrapaban la atención de una sociedad que iba a ver sacudida su conciencia con la denuncia constante de hombres y mujeres que, como Lucretia, no tenían miedo de enfrentarse a los hombres poderosos y al orden establecido.
En la convención de Londres, Lucretia conoció a Elizabeth Cady Stanton, otra mujer de espíritu luchador con la que congenió desde el primer momento y a la que se unió en otra de las luchas sociales necesarias para construir un mundo más igual, la igualdad entre hombres y mujeres. Lucretia se unió a Elizabeth y muchas otras mujeres que en 1848 participaron en la primera convención feminista de los Estados Unidos en Seneca Falls.
Desde entonces, Lucretia Mott continuó luchando contra la esclavitud y la desigualdad entre hombres y mujeres. Nada ni nadie iban a frenar a esta mujer incansable cuya salud pretendía imposibilitar una voluntad de hierro. En 1850 publicó Discourse on Woman, un texto en el que plasmó las injusticias a las que se tenían que enfrentar diariamente las mujeres.
En 1865 quedaba abolida la esclavitud en los Estados Unidos, un logro social fruto de muchos hombres y mujeres, entre ellos, la propia Lucretia Mott. Desde entonces, se centró en la lucha por el sufragio, no sólo para las mujeres, también para las personas de raza negra.
Junto a otras feministas de renombre, Elizabeth Cady Stanton, Susan B. Anthony y Lucy Stone, Lucretia Mott fundó en 1866 la Asociación Americana para la Igualdad de Derechos. Hasta el final de sus días, Mott no dejó de perseguir el sueño de hacer de la sociedad norteamericana una sociedad igualitaria y justa.
Lucretia Mott falleció el 11 de noviembre de 1880.
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